Uno se va haciendo mayor y se va dando cuenta de que las personas que te rodean no son omnipotentes y de que tienen y cometen más errores de lo que uno pensaba.
Los padres, primero, los profesores, después, son los dioses del universo conocido; los superhéroes y He-Man, los del universo inventado. Con los amigos pasa también y se pierden por el camino o se les coge más cariño. En cualquier caso las personas no son inmutables, por mucho que algunas lo intenten, y no es culpa de ellas, sino mía por haberme hecho ilusiones.
Me pasa que trabajé en el colegio en el que estudié y se acentúa esta sensación de devaluación. Los profes no son tan listos ni saben tanto, hablan incluso de temas banales y se pelean con la directora en una reunión porque no pueden beber alcohol en la fiesta de Navidad. Como cualquier otra persona.
Me miro al espejo y se me cae el mito, igual que el pelo, tengo rojeces en la cara, los dientes parece que se han movido, estoy más gordo. No hay duda, los mitos palidecen.